lunes, 27 de octubre de 2008

Ismael Ismael

Con una pena de muerte maldigo injustamente a los que antes compartieron contigo los delirios de la carne. Y se hace tarde, y hay quien nos dice que debiéramos mirar más el reloj. El amor entre tú y yo es a veces como el silencio, y al nombrarlo se rompe. Noche tras noche me hago adicto a tus ritmos, tus sonidos, tus sabores. Cargados de buenas intenciones nos empapamos de urbanidad, vendimiando en las aceras alguna que otra hermosa amistad. Y yo vigilo tu sonrisa mientras tomas un té en un café del centro. Mar adentro mientras, las sirenas cantan. Hay quien se tapa los oídos, quien se ata al mástil de proa. Tú y yo dejamos que nos seduzcan con su canto. Nos estrellamos contra las rocas. Planeando una huida por las calles de Madrid tú me preguntas, mirada dulce, si me moriría sin ti. Yo aterrado me escondo en un vaso cargado de alcohol y te respondo: "maldita sea, no lo compruebes por favor". Y te dices fuerte e independiente, y a veces me pareces débil en mis manos como un copo de nieve que se deshace, negándose a confesarse enamorada de mí. Y sé que no podría estar sin ti, sé que no podría estar sin ti. Te dices fuerte e independiente, y a veces me pareces débil en mis manos como un ligero copo de nieve que se deshace, negándose a confesarse enamorada de mí. Y sé que no podría estar sin ti.


letra de Ismael Serrano. "con una pena de muerte"

jueves, 2 de octubre de 2008

Como lo hicimos alguna vez...

Entre vueltas y vueltas llegó a la esquina y en la plaza se sentó con su sanguche de migas.
El viento hacia volar las hojas otoñales y su pelo despeinaba.
El árbol en que ella solía esconderse detrás para tirarle con piedritas sigue estando en el mismo lugar mucho más grande y robusto, raro es. Igual que antes no está… falta él. Pasaron ya 10 años desde que no lo volvió a ver.
Sus ojos se humedecieron y entre un suspiro profundo y quedo se levanta y camina muy suavemente recorriendo los rincones donde solían jugar y platicar.
El sanguche logró terminar.
Como si estuviese en aquellos tiempos se tira en el pasto, recuerda que solían mirar hacia arriba el contraste de las ramas con el cielo y de la iluminación que entra y traspasa lo verde claro hasta llegar al alba. Las imágenes que encontraban ahí arriba, Huy! Todas las formas y deformas que vieron.
Comienza a rodar rodar rodar hasta marearse y desvariar, reírse con fuerza y gritar.
-Quisiera que estés acá, quisiera poder escuchar tu voz, ver tus ojos. Que me des la mano y juntos comenzar los días y terminar las noches. Como lo hicimos alguna vez...